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Reverendo Smith

Sobre estrés y sexo, o viceversa

Es indiscutible que vivimos -sobre todo en las grandes ciudades- con el estrés sobrevolando nuestras cabezas las veinticuatro horas del día.El virus de nuestra era. De esto no se libra ni Dios.

No me pongan esa cara de incrédulos, que ustedes también están infectados.¿Alguna vez han hecho la prueba de pasear por los pasillos del metro a la velocidad que lo harían por el campo? Háganlo. Observarán como la marabunta les adelanta a velocidades que solo les son permitidas a Alonso y Shumaker. Con esas caras de poseídos, atrapados en el cuento de correquetepillo.

Esprintan como si al final de los pasillos les estuvieran esperando para apalear a su suegra, o linchar a tortazos -con la mano abierta- al seboso de su jefe, y no llegaran a tiempo al evento.

Sepan que ustedes también pertenecen a la marabunta.Permítanme un consejo: dejen a su suegra y al gordo tranquilos, que ya les llegará lo suyo, y dedíquense a bajar el ritmo de su vida, que desde que ponen el pie en el suelo por la mañana hasta que se acuestan, parece que les hayan untado el culo con guindillas picantes. 

Es curioso el fenómeno del contagio del estrés: aunque uno se incorpore a la muchedumbre en estado de relax absoluto, hay un algo que le invita a correr y sentirse ansioso. Uno se contagia y no se sabe bien como, si a través del aire, de los poros, o de los fluidos corporales. Da lo mismo en qué rincón intente esconderse, que allí estará el estrés cual agente de la C.I.A., esperándolo para rodearlo con sus brazos. 

Se preguntarán dónde esta el sexo en esta parrafada. Marranos. Todo esto del estrés influye en la cosa del sexo; vaya si lo hace.Como se trae carrerilla de vivir todo el día a velocidad supersónica, pues claro, el sexo no iba a ser menos: salto al ruedo, estocada y abandono del coso. ¿Y que hay de los pases, puyas, banderillas, saludo y paseillo a hombros? Señor@s, con la calma, que estamos tratando un tema muy serio. El TEMA.

Y hago especial hincapié en el sector masculino. Al cabo del día tienen la cabeza tan embotada de prisas, fax, llamadas, la revisión, hipotecas, quemepillaeljefe, etc, que claro, a la hora del postre, el resorte no dispara el caudal sanguíneo en la quinta extremidad. Que no trempan ni con tarrito de Viagra, vaya. Y cuando consiguen que la cobra levante cabeza, El TEMA se convierte en una llamada más de teléfono, el envío de un fax, o en otra hoja de cálculo. Monotonía pura. Eso contando que haya TEMA, claro,  porque a veces ni por monotonías se arrancan.

Otras veces la erupción les sobreviene casi sin calentar el volcán, y su señora de ustedes allí, despatarrada como en la última visita al ginecólogo, con cara de circunstancia y pensando para sus adentros -¿ya has acabado hijo de la grandísima puta? ¿Y que hay de lo mío?Y ustedes, como cabía esperar, ya tienen coartada preparada: -es el estrés, cariño, que me tiene aturdido.

Respiren profundo y reflexionen, que no está la cosa para tonteos, a ver si gracias al estrés van a acabar con la mejor manera de combatirlo.¿Dónde quedaron esos ratos interminables de caricias, de susurros al oído, de embadurnar con aceite a su pareja, de baño con sales y velas, de degustar la sección de confitería en el cuerpo de su compañer@?De abandonarse sin prisas al placer, vaya. No me jodan, que no todo es empujar y salir corriendo.

Vale que uno no haya probado bocado desde los votos de castidad, pero eso fue por elección propia, pero ustedes que tienen la oportunidad de comer caliente cuando les venga en gana, va y los señoritos se estresan. Tienen la capacidad de irritar a cualquiera, desagradecidos, aquí servidor años soñando con echarse un buen trozo de carne a la boca, y ustedes tirando la comida porque están estresados. Hay que joderse, ¿saben que les digo? Que son todos una panda de hijos de… vaya!, el teléfono.

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